«NO DUDAREMOS EN CORTARLES LAS MANOS»: LIBERTAD DE CONCIENCIA Y FUNDAMENTALISMO LGBTI EN CUBA

El actual proceso de modificación constitucional ha levantado expectativas y ánimos en varios sectores de la sociedad cubana. Muchos han dado a conocer sus posiciones ante disímiles posibilidades, ejerciendo un derecho humano medular: la libertad de expresión.

Las cinco denominaciones evangélicas con mayor membresía en Cuba* también lo hicieron este 28 de junio. Divulgaron una escueta Declaración a través de Internet sobre la posible aprobación del matrimonio homosexual, recordando la visión bíblica del matrimonio como una institución sagrada entre un hombre y una mujer.

La reacción de extremistas en las redes sociales fue inmediata. Claudia FH** pide “una granada’ para quienes suscriben la Declaración Yosvanys FA llama “cerdos inescrupulosos” al liderazgo evangélico, mientras que Andrey VR asegura que “si pasan de las palabras a los hechos no dudaremos en cortarles las manos”. Coacción, asesinato social en las redes, difamación, bulling por motivos religiosos. Así responde una facción radicalizada de la comunidad gay y sus simpatizantes a quien opine distinto.

En una nación tradicionalmente católica y con acelerado crecimiento evangélico, al movimiento Lgbti se le da espacios en las calles y los medios bajo el liderazgo de Mariela Castro, hija del General de Ejército y presidente por una década, Raúl Castro. Su gestión permitió que, aunque se prohíba la manifestación pública en Cuba, puedan tomar cada 17 de mayo la Avenida 23. Año tras año el gobierno detiene el tránsito en la principal vía capitalina para que cientos de personas defiendan su perspectiva de la sociedad. Eso mismo le es vedado a todos los grupos de oposición política, y a las mil 200 asociaciones fraternales registradas por el Ministerio de Justicia, entre ellas las cristianas.

Ante ese privilegiado panorama hagamos este análisis: si la Iglesia no tiene poder legislativo, ¿cómo pudiera la mentada Declaración impedir que los órganos de poder aprueben o no la modificación del Código de Familia? ¿Que el cristianismo defienda un postulado bíblico, significará para los homosexuales disminución de salarios, represión policial, violación de las libertades individuales?

No creo. Entonces, ¿por qué David C llama a quienes defienden su fe “gente muy desagradable”, Didiet M asegura que “son el diablo en persona”, y Leandro S los califica de “subhumanos”? A dónde lleva eso: ¿a la comprensión o a la coerción?

El cristiano, como el resto de los credos, funciona como una ideología tanto como la doctrina de género. Ambas buscan adeptos. El antagonismo es natural, pero el proceder democrático exige que ninguna sirva para sembrar el odio.

La Biblia insiste en que Dios condena al pecado, pero ama al ser humano. De modo que al creyente no se le llama a humillar o agredir al homosexual ni a ningún otro semejante. No existe en el máximo liderazgo cristiano actual, aceptación hacia la violencia -de cualquier tipo- contra un individuo gay.

Sin embargo, las recientes expresiones de la corriente Lgbti a raíz de la opinión de la institucionalidad evangélica revelan peligrosas tendencias. Si eso quedara únicamente en el acallamiento de voces divergentes, no pasaría de un triste ejemplo de cómo quienes se dicen núcleo vanguardista de la nación son incapaces de respetar el principio democrático de convivencia. Pero el liderazgo homosexual exige la criminalización de la otredad, como leerán más adelante.

La propaganda acogida por los medios oficiales y algunos alternativos, así como el continuo activismo en Internet de personas entrenadas por el estatal Cenesex dan una imagen de consenso social en torno a las exigencias Lgbti. Nada más lejos de la lógica: el 10% de los cubanos es evangélico, el 35% nominalmente católico, y un 5% podría contarse entre Testigos de Jehová, judíos y grupos neopentecostales ilegales para el gobierno, según el Instituto Patmos. Eso significa que la mitad de la población sigue doctrinas regentadas por preceptos bíblicos y, por tanto, con un entendimiento tradicional de la familia.

¿Contra esos millones de ciudadanos se ejercerán presión y coacción? ¿El casamiento homosexual implicará que los cristianos dobleguen sus convicciones, aplastará la libertad religiosa y de conciencia de otros seres humanos? ¿Quienes dicen reclamar sus derechos, condenan el de un grupo de personas a manifestar libre y respetuosamente una visión diferente, a pensar sin hipocresía?

La Iglesia como institución tiene el encargo de velar por su milenaria doctrina. Sus seguidores han resistido desde crucifixiones en el Imperio Romano, campos de concentración estalinistas, marginación social parte de la Cuba revolucionaria, y aún hoy el salvajismo del Estado Islámico.

Si existiera, como grupo organizado, otro que atravesara tantos avatares sin quebrar sus pilares fundacionales merece expresar su sentir sobre el tema que fuere. Quien desee seguir su doctrina que lo haga, pero quien no, ¿qué derecho le asiste para condenar a sus semejantes por hacerlo?

Esta actitud se completa acusando de “homofóbico” al que manifieste una opinión distinta a las pretensiones de la comunidad gay. El término, según el estudioso Weinberg, se refiere a “actitudes que pueden conllevar al rechazo y a la discriminación de forma directa o indirecta” hacia la comunidad Lgbti. No obstante, su abuso y distorsión se convierte en un arma política endilgada a voces divergentes aun cuando no exista aversión o segregación.

Los creyentes, en 55 denominaciones protestantes registradas, defienden la heterosexualidad del matrimonio porque así manda la fe que profesan. Forzarlos a renegar de ello –por coacción grupal, personal o por Ley- es una violación a la conciencia del individuo. Semilla misma del totalitarismo.

Estos días he leído mucho la frase “tu libertad acaba donde comienza la mía”. ¿Qué tal si invertimos el catalejo? Jack Phillips, dueño del negocio Masterpiece Cakeshop, en Denver, se negó a hacer un pastel de boda para una pareja homosexual en 2012 por motivos religiosos. La pareja, insatisfecha, lo llevó a los tribunales acusándolo de discriminatorio.

Seis años duró el proceso penal, hasta que este 4 de junio la Corte Suprema falló a favor del cristiano. El juez Anthony Kennedy -cuyo voto fue definitivo para legalizar el matrimonio gay en Estados Unidos- criticó a las autoridades que, en el Caso Phillips, mostraron “una hostilidad clara e inadmisible hacia las creencias religiosas sinceras que motivan su objeción”.

Para el repostero el matrimonio es una institución sagrada, formada por un hombre y una mujer, ¿qué valida a un grupo para coaccionar o acusar a otro por su credo? «Me obligarían a crear trabajos artísticos que van contra mi fe –dijo Phillips a Univisión- y de no hacerlo me podrían multar o incluso castigarme con penas de cárcel». Esto no ocurre en la antigua Roma, sino en Colorado, entre los 21 estados norteamericanos con leyes antidiscriminación.

Pero regresemos a Cuba. Ante la Declaración evangélica del pasado día 28 la activista Lgbti Susana Hernández pidió que quienes tengan otra visión de la sociedad no puedan manifestarlo libre y públicamente, sino “donde nadie lo escuche”.

¿No es la eliminación, criminalizar al opuesto, ese flagelo que la comunidad gay cubana denuncia haber vivido por décadas? ¿No eran apresados, multados, procesados penalmente? Tras el discurso inclusivo y diverso parecen notarse humos fundamentalistas que, como todo buen fundamentalismo, se vuelve sordo excepto para consigo mismo mientras crece su influencia. Intuyo, no obstante, que tal postura no representa a la totalidad de la comunidad gay, y que otra prefiere, respetuosoamente, hacer sus demandas. Mi amistad con algunos de sus miembros en el gremio periodístico así lo confirma.

Si el Estado admitiera la unión marital entre personas del mismo sexo, La Biblia no va a cambiar por ello. No ha variado en siglos, incluso, antes de existir el movimiento Lgbti. La clave para convivir en paz será respetar la conciencia de cada quien, aunque al otro le parezca incomprensible.

Si la pretensión de los extremistas es obligar que la ciudadanía y la institución cristianas traicionen sus postulados o renuncien al derecho de libre expresión y de seguir su fe sin ser coartados, les pedimos, fraternalmente, recapaciten. Pueden convertirse en un absolutismo similar a los que dicen combatir.

 

* Según el Instituto Patmos, la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), tiene 500 mil miembros; la Convención Bautista Oriental, 100 mil; la Iglesia Metodista de Cuba, 70 mil; la Convención Bautista Occidental, 60 mil; y la Liga Evangélica de Cuba, 50 mil.

**Todos los nombres de personas que emitieron mensajes de odio han sido cambiados.

13 comentarios

  1. Yosvanys Fonseca Aguilar · · Responder

    Y les volvería a llamar “ Cerdos E Inescrupulosos, las personas que incitan el odio en vez de proferir el amor a Dios, no tienen valores humanos, no respetan a los otrxs, por lo tanto para mi no merecen ningún respeto. Utilizar a niñxs en sus campañas nocivas y aberrantes eso es ser más que un Cerdo, es ser un criminal, por lo que jk vacilaría otra vez en llamarles Cerdos, PUERCOS INESCRUPULOSOS, es que en Cuba hubiese ido a la iglesia a decírselos!!!

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    1. Gracias por compartir tu opinión y dejar claro cómo piensas

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  2. Creo que hay un error de concepción justo en el fundamento de tu reflexión. El tema es que no puede llamarse fundamentalismo a los diferentes niveles de respuestas (por más o menos violentas que estas hayan sido), porque estas respuestas son apenas expresión de la indignación de seres humanos históricamente oprimidos y discriminados. Claro que podría desearse que las personas fueran doctoras en sociología y pudieran canalizar sus pareceres de manera calmada, coherente, suave. Pero ese apaciguamiento es apenas formal. Del mismo modo que es solamente formal la manera «educada» y «lacia» con que los feligreses intentan normalizar sus constreñidas concepciones de matrimonio y/o familia. De manera que si una lesbiana grita «saca tu iglesia de mi coño», pudiera lucir mal, pero realmente a mí me emocio y me activa, por el valor que conlleva decir eso, y por la claridad de lo que quiere trasmitir.
    Por último, es tambiuén errado llamar a eso fundamentalismo, cuando esas personas no están posicionadas en un sistema de creencias único, férreo, y construido hace siglos. Bueno, pudieran llamales fundamentalistas de sus propios cuerpos y destinos… si quieres… a mí no me molestaría. Recuerda que la «familia original de dios» (por ejemplo, la que me dio la vida, mi mamá y mi papá) no sufren nigún asedio ni peligro de extinguirse. No queremos que desaprezca. Solo queremos sumar nuestras familias a la vuestra. Hace falta hacer ayunos por eso?

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    1. Es funfamentalista la actitud de un grupo de personas (a las q se refiere el artículo, te pido q lo leas otra vez) pq incitan al odio. Eso creo q es reprobable. Si algún cristiano dijera hoy q hay que cortarle las manos a quien no piense como él o pide una granada para un grupo distinto al suyo, cómo se catalogaría?
      Salu2 y gracias x compartir tu visión.

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      1. Pues no, Yoe, eso no les hace fundamentalistas. Puedes decir que son violentos, etc, pero no que son fundamentalistas. Rapidito entré a la wikipedia, donde nos dicen que “Fundamentalismo” es el nombre que recibe la corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados o fundacionales (por encima de una interpretación contextual), o bien la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida. Por lo que considera un determinado libro, como autoridad máxima, ante la cual ninguna otra autoridad puede invocarse y la cual incluso debería imponerse sobre las leyes de las sociedades democráticas. (fin de la cita)
        Como vemos, en el caso de las personas LGBTIQ que han respondido de manera violenta (en palabras solamente, aclaro), no parten de ningún “funadamento” básico, libro o ley general. Mucho menos uno ampliamente establecido, empoderado, y con poder de manipular a gran cantidad de personas, incluidxs niñxs. De manera que apenas son respuestas airadas, a mi juicio plenamente justificadas, y que otorgan algún aire de diversidad y de activismo a una sociedad tan agobiada por la unanimidad, la apatía, y las carencias democráticas.

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  3. Estoy muy de acuerdo en que, sobre todo a nivel internacional, existe una «intolerancia de vuelta», y una especie de favoritismo hacia el tan proclamado (y muchas veces victimista) discurso de género que está pasando la cuenta a pastores que se oponen a oficiar casamientos, o gente que expresa respetuosamente su postura. Creo que es realmente otra de las aflicciones de las que, por estar en la Verdad, nos ha tocado y nos tocarán «por la libreta», porque donde hay luz hay oposición. Pero me ha dolido que la Iglesia cubana haya soltado una declaración que en su segundo inciso apela a «los líderes» del comunismo y hasta a Corea del Norte, y solo en último lugar viene a mencionar la verdad de la redención por gracia para todos. Me ha dejado un sabor a querer emular con iglesias de otros países en expresarse ante cada mvto. político, en lugar de una expresión útil o más honestamente cristiana. Y me duele sentir que tras esa expresión, más formal que otra cosa, y con tintes más fariseos que de convicción ante una presión, le siga una imagen de rechazo que justifique ver a la iglesia como un sector retrógrado y aleje de nuestras puertas a quienes más necesitan de Dios. Recuerdo a Cristo acercándose a la gente que menos se esperaba que se acercara, antes de soltar la retahíla de reglamentos, tocando corazones y ganando confianza antes de hablar de leyes, y me pesa mucho que hayamos errado el blanco con una declaración que me parece innecesaria. En Cuba no se ha dado una realidad que lleve intolerancia de ideología de género a la comunidad cristiana como las de otros países, al menos no aún. Por qué tirar una primera piedra para que sea malinterpretada y abrir la brecha cuando nos toca acercar y amar primero? Si fuéramos a expresarnos habría que hacerlo ante la falta de lugares para las actividades, las presiones sobre nuestros planes, etc. Pero por esto? Habrá que analizar luego si surge el tema de la adopción, ahí sí son otros veinte pesos…

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    1. Te entiendo. Y comparto la mayoría de tus argumentos. La declaración trató de hscer una jugada política, de presión, qie no comparto. Y lo más simpático es que, te aseguro, los líderes q la firmaron tampoco.
      A mí también me duele, pq de un chadquido de dedos, se ha olvidado las ayudas desinteresadas q prestan los fieles orgaizados x las iglesias ante desastres naturales, el trabajo comunitario y de acompañamiento espiritual q realizan con ancianos, enfermos de VIH y cáncer. Eso ha sido la iglesia por décadad en Cuba. Espero q no se olvide.
      Mil gracias x hacernos saber tu valiosa reflexión.

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  4. Comparto la idea expuesta en el comentario de Yoe. La convivencia pacífica y civilizada no se gana con actos de odio. No se trata de combatir un punto de vista sino de compartir todos los puntos de vista de un modo constructivo, único camino posible, en mi criterio, para hacer crecer espìritualmente a la sociedad cubana. Los miembros de todas las congregaciones religiosas tienen todo el derecho a expresar su punto de vista y su enfoque del matrimonio de acuerdo con su fé y actuar en consecuencia. De ningún modo se trata de excluir sectores sociales sino de incluirlos a todos, sobre la base del respeto al derecho ajeno a actuar a partir de sus convicciones.

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    1. Gracias x dejarnos saber tu opinión. Salu2

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  5. Pues noYoe, eso no les hace fundamentalistas. Puedes decir que son violentos, etc, pero no que son fundamentalistas. Rapidito entré a la wikipedia, donde nos dicen que «Fundamentalismo» es el nombre que recibe la corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados o fundacionales (por encima de una interpretación contextual), o bien la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida. Por lo que considera un determinado libro, como autoridad máxima, ante la cual ninguna otra autoridad puede invocarse y la cual incluso debería imponerse sobre las leyes de las sociedades democráticas. (fin de la cita)
    Como vemos, en el caso de las personas LGBTIQ que han respondido de manera violenta (en palabras solamente, aclaro), no parten de ningún «funadamento» básico, libro o ley general. Mucho menos uno ampliamente establecido, empoderado, y con poder de manipular a gran cantidad de personas, incluidxs niñxs. De manera que apenas son respuestas airadas, a mi juicio plenamente justificadas, y que otorgan algún aire de diversidad y de activismo a una sociedad tan agobiada por la unanimidad, la apatía, y las carencias democráticas.

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  6. Yoe, nos dices «Si algún cristiano dijera hoy q hay que cortarle las manos a quien no piense como él o pide una granada para un grupo distinto al suyo, cómo se catalogaría?» Bueno, ese ejemplo lo vemos a diario, si tomamos en cuenta que Donald Trump es cristiano, del mismo modo que son cristianos líderes de la OTAN, o Maduro en Venezuela… en fin. Lo problemático es desde dónde se profieren esas amenazas. Si se profieren desde personas o grupos empoderados, entonces la cosa no pinta nada bonito. Pero si se profieren desde grupos oprimidos y que justamente gritan contra quienes les oprimen, entonces eso se llama: luchar por la libertad. En más de una ocasión he visto profesar el odio desde púlpitos cristianos en iglesias cubanas contra lxs practicantes de religiones afrocubanas, por ejemplo. Y así por el estilo. Y no son llamamientos de un simple feligrés, sino justamente de quien está a la cabeza de esa iglesia. Te repito, no hablo de suposiciones, sino de mi propia experiencia. Lo hacen usando correctos términos, pero el sentido y el contenido es el mismo.
    De manera que, te repito, veo por qué lo encuentras reprobable (aunque no comparta tu criterio), pero seguro seguro que fundamentalismo no es.

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    1. Isbel. No lo diré yo sino el DRAE:» Exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida.»
      Esta acepción se refiere no solo a grupos religiosos.

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    2. Isbel, si en principio consideras ofender y criminalizar a quien piense distinto «luchas por la libertad», entonces no sé si tiene sentido seguir el debate.
      Abrazos

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